Entró en aquel viejo colmadón a destiempo, mucho antes de ningún
inicio, y se sintió transportado hacía una región sin tiempo donde las
dimensiones del sabor eran otras. Tal parecía que la única vida posible giraba
a escasos centímetros de aquel jumbo de cerveza milagrosamente fría, el único
ente capaz de ahuyentar por sí solo los enjambres de mosquitos sanguinarios,
cuando se escuchó un sollozo que parecía no haber empezado nunca. En estas,
sonó la bachata.
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