miércoles, 7 de abril de 2010

LA VIEJA HISTORIA DEL COLIBRÍ QUE ROBABA RELOJES SUIZOS

No imaginar nunca nada. Hacer desaparecer el pellejo en el vacío de un viejo pozo y no imaginar nunca nada. Ser un hombre vacío que lleva una vida vacía imposible de llenar con algo que no sea más vacío. Esa es una posible forma de sobrevivir. La otra forma de sobrevivir que se me ocurre ahora es contando historias. De hecho, en el bar en el que me imagino que estoy ahora sólo había una forma de sobrevivir, y esa forma era contando historias. Cómo supe lo que acabo de decir no lo sé, pero lo supe, así que en el momento que menos lo esperaban solicité la atención de los contertulios para contarles la vieja historia del colibrí que robaba relojes suizos, y no lo hice créanme porque quisiera rehabilitar a ningún colibrí cleptómano o tuviera especial querencia por los relojes suizos. No. Lo hice por sobrevivir y porque imaginaba estar en un bar en el que la única forma de sobrevivir era contando historias. La verdad es que los parroquianos no sólo se quedaron con cara de no haber entendido nada, sino que por su aspecto general podría decirse que habían asistido a una autopsia o a una misa de réquiem. Al finalizar el cuento unos parecían como muy serios, otros como muy rígidos, y todos como muy atontados. En fin, lo importante es que pude salir vivo de aquel bar y pasarme al mundo de las vidas vacías donde para sobrevivir bastaba con no imaginar nunca nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario