jueves, 1 de abril de 2010

MI ODIO ES DISTINTO A TODO

La oscuridad vista a través del parabrisas rara vez miente, siendo como es esa misma oscuridad veraz la misma que me recuerda el sonoro eco de tu risa yámbica. El vecino que me pide la sal es el mismo que me dice que ha amado mucho y que fue él el que, en un descuido, inventó la muerte. Este armazón de huesos que me soporta, que se siente extranjero en todas partes y que rara vez se arquea por el peso de la esperanza, es el mismo que vaga en sueños de un desierto a otro, de un erial a otro. Mi odio, sin embargo, no tiene parangón. Es distinto a todo. Nadie más que yo puede odiar por mí. Imposible encontrar alguien que odie por mi mejor que lo que yo lo hago. Rara vez descanso de mi odio. Hoy, sin ir más lejos, odio la materia que me distancia de tu materia.

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