jueves, 22 de abril de 2010

SE MIRABA EN EL INTEROR DE SÍ MISMO

Se miraba en el interior de sí mismo y veía un suelo de cielos invisibles, y una luz prestada, y un tiempo azul del que manaban lágrimas, y un gesto a modo de verbo, y una mano, y la nada en forma de un hijo que no sabía muy bien si debía esforzarse por olvidar o por recordar. Se miraba en el interior de sí mismo y observaba fascinado las pausas que como soplos de aire se desgranaban entre mentira y mentira, y la sombra de un dios contrariado que huía de él porque lo quería demasiado. Se miraba en el interior de sí mismo hasta que descubrió, acurrucado en una esquina, el primer recuerdo de su madre, momento en el cual dejó de mirarse en el interior de sí mismo para descolgar el teléfono y llamarla no por nada, sólo para ver qué tal estaba.

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