El ajado esmalte del tiempo buscaba un lenguaje lo suficientemente flexible como para poder identificarse con él y hacerlo suyo. El muy pillín ilustrándose acerca de distintas posibilidades disponibles pero no acaba de encontrar lo que necesitaba. Aquella masa inerte y regular de espacio dividido en constantes de velocidad nunca fue fácil de contentar. De cualquier forma, nadie hablaba ya de física cuántica en las cafeterías de Madrid.
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