jueves, 14 de marzo de 2013

INSOPORTABLEMENTE ATRACTIVA


Su intención no era esa, pero lo cierto es que dobló una esquina y, nadie sabe ni cómo ni por qué, le abandonó su conciencia.  A contraluz del silencio, aullando claroscuros, huyó de aquel lugar no fuera a ser que le empezaran a abandonar una tras otra todas aquellos atributos del ser que lo distinguían como persona. Pero ya era tarde. En la siguiente bocacalle se le insinuó el sopor de un sueño irrenunciable, y una calle más allá, a contracorriente de todos los que salían del metro, se apoderó de él el diáfano espectro de una luz prieta insoportablemente atractiva.

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