martes, 7 de enero de 2014

LA FUERZA ANIMAL

Aun adiestrado como estaba en la total ausencia de pasión, la visión de esos ojos que avanzaban hacia él, arropados en un oscuro tinte de azul cinabrio, no dejó de producir en su interior un cierto temblor. Lo nunca visto: su corazón, permanentemente recubierto por una fina cortina de hielo, se aceleró, y su cabeza apenas tardó un suspiro en comprender que estaba en presencia del momento que había estado esperando toda la vida. Había llegado allí donde nada era imposible. Abrazó esa posibilidad con toda la fuerza animal que logró acaparar, para dejarse mecer más tarde en los entumecidos brazos del destino.

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