Con
el cuerpo extenuado tras la faena, sus párpados seguían temblando de forma
convulsiva añorando un reposo que no acaba de llegar. Una fina arena, a modo de
tiempo atascado, deseado y vicioso, nublaba sus ojos. Se sentía una sonámbula
más que habitaba en la permanente soledad de su destierro y maldecía con insatisfacción
y desprecio a todo aquel que osaba recordarle la imaginaria visión de las
tinieblas. Una pléyade de sirenas traicioneras le animaban a continuar
practicando la vieja costumbre de plañir por nuevas penas, sin haber tenido
tiempo aún de digerir, y mucho menos de amortizar, la amargura de las viejas.
Trabajas muy bien las imágenes y metáforas en tus textos. El lenguaje es también rico por demás. Una agradable sorpresa haber dado con tu blog. Ya lo tengo registrado en favoritos... para seguir leyendo. Muack!^)~
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