Algunos lunes de biblioteca, al tiempo que hacía como que estudiaba, se le
nublaba la mirada mientras miraba a una chica que, ella también, hacía como que
estudiaba. Así las cosas, eran dos los que hacían como que estudiaban, pero
sólo a él se le llenaban los ojos de una fina capa de agüilla, una cortina casi
imperceptible de materia acuosa ligeramente salada que, procedente del
lagrimal, venía a escenificar cuán distante estaba su sueño de llegar a formar
parte de la vida. Una vez más, se equivocó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario