domingo, 5 de enero de 2014

UNA TARDE NORMAL

Cualquier tarde, una tarde normal, digamos que a eso de las cuatro,…pues bien, podría afirmarse sin temor a error que una tarde normal a esa hora el señor de mediana edad del que les hablo ya estaría cansado de vivir el mundo dislocado y extraño que le había tocado en suerte. La sensación de incomodidad era evidente. Y fue a partir de introducir la carta en la ranura de aquel cilindro amarillo que la transformación inició su curso. Que si nadie iba a venir…que si eran los padres…Una mañana, justo antes de abrir los ojos, el mundo entero cambió. 

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