miércoles, 23 de abril de 2014

PRESAGIO


Creyó ser testigo de un gran presagio, otro más, con la particularidad de que este tuvo lugar un martes anodino de principios de primavera. Sentado sobre un poyete de vieja piedra gallega observó cómo la pasión, con una parsimonia y una lentitud extraña en ella, se adueñaba del puro razonar. La sensación era la de hallarse ante una espada de calor que avanzaba desnuda hacía el centro mismo del ser derritiendo a su paso toda posibilidad de sinapsis. De alguna forma, lo esperaba. Sus tranquilos y simples ademanes de diletante en las artes adivinatorias se veían corroboradas con estos pequeños éxitos que le animaban a perseverar en el complejo camino de la estupidez. 

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