Mezcla de locura y remedio, deambula de una penumbra a otra meciendo cajas,
cenando almas que luego almacena, y ofreciendo cobijo a cada instante malherido
que se acerca a sus pantorrillas, antes de que empeoren y acaben convertidos en
tiernos espasmos de tiempos muertos. No más encrucijadas por hoy. La risa del
herrero y los sueños de un jardinero imposible alzan su vuelo. En cada recoveco
de materia necesaria, suena el viber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario