lunes, 7 de abril de 2014

SKYPE


Solía sentir calor en la cara y frío en los pies, y sus sentidos conformaban una suerte de caleidoscopio peculiar a través del cual se apropiaba del mundo, especialmente de aquella parte del mundo que tenía la peculiaridad de ser comestible. También sabía amar, y su forma de amar tenía que ver con revuelos de estrellas multicolores y ataques de lucidez repentina que sólo ella entendía. Mezcla de ambos saberes, aprendió a hacer hasta 28 salsas de pescado distintas, una por cada día de aquel mes de febrero en el cual le abrió las puertas de su skype, que es como decir que le abrió las puertas de su mundo.

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