La vivencia tuvo lugar en el Bósforo, pero en aquel sueño también
había un mar inmenso sobre el que la nieve se fundía al caer. Y un demonio.
También había un demonio, siempre el mismo, que intentaba reírse de él.
Adoptaba forma de mujer y por más que le pedía en matrimonio y le invitaba a
vivir juntos en lo más recóndito de su infierno, siempre le daba largas. Con
todo y eso, la principal fuente de su descontento provenía de su incapacidad
para dar por concluido el sueño.
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