miércoles, 4 de marzo de 2015

LAS BOCAS

Las bocas se pegaron una a la otra como el hierro al imán. Mientras el hecho tuvo lugar, quedaron envueltos en una burbuja de tiempo que se fue alargando sin que nadie tuviera conciencia de él. Más tarde, con los labios ya exhaustos y sólo para disimular, el tiempo se acurrucó sobre sí mismo construyendo remansos equilibrados de sosiego  y luz. Fue un beso largo y sediento con tintes de ferocidad. Un acto bello y, a todas luces, necesario.


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