miércoles, 4 de febrero de 2009

DIGRESIÓN DE VATE VAGO

Perdido, como perdido está todo aquello que no se ama, vago buscando el todo que fui y que en algún lugar dejé olvidado. En esta búsqueda, digo yo que de algo me debiera servir ser como soy, vate vago, perezoso híbrido de adivino y poeta. Pero nada: ahí me tienen como un cualquiera, ciego y funámbulo sobre la cuerda floja, pescando palabras locas de ojos salados que me hagan reír e imposibles abrazos que perduren después del llanto. Sin señales de rosaledas en lontananza, el azote de lluvia fría ahuyenta de mí las bocanadas de incienso haciéndome amarrar la barca de labios a la sopa y dejando al musgo que fluctúe libremente y se entienda, si quiere, con la piedra. Perdida la palabra y el ojo, extraviados vaya usted a saber dónde la sopa, el musgo y la piedra, no parece que me quede otra que continuar vagando en busca de ese todo, cada vez más dudoso, que se supone algún día fui.

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