martes, 3 de febrero de 2009

DORMIDO

Todo estaba dormido. Yo también. En realidad podría decirse que en ese momento era el tipo más dormido que he visto en mi vida. Y eso que son pocos los dormidos que soportan que les llamen dormidos, siendo como somos la mayoría unos inconscientes y unos dormidos. O sólo unos dormidos. Pero no es mi caso. Yo reconozco, no sé si con gusto pero sí al menos con deportividad, el permanente estado de soñolencia en el que me encuentro. Claro que a veces tanta dormidera me deprime. Pero eso de la depresión, que está mal, no es lo peor. Lo peor es que a veces estoy tan preocupado pensando en lo que no tengo que hacer cuando estoy dormido que dejo de hacer lo que debiera haber hecho ya hace un par de sueños. Un por ejemplo: hace un buen rato que debiera haber leído algo sobre las peculiares formas que tiene Juan Rulfo de entender el silencio. Pero nada. Otro ejemplo más: hace un buen rato que debiera haberme levantado y acercado a la ventana para mirar a través de ella y comprobar lo solo que estoy. Y tampoco ha sido el caso. Lo más que he hecho ha sido decirla que no se preocupase, que no tenía intención alguna de follar con ella, pero no me creyó. La gente nunca te cree, y menos si estás dormido.

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