martes, 11 de agosto de 2009

CONFUSIÓN

Imposibilitado como estaba de conocer sin comprender, y ciertamente algo confuso, no por ello se cansaba de explorar en busca de quiméricas posibilidades de sensibilidad y belleza. Se dedicaba a intuir, es decir, viajaba a los escondites de su interior en busca de lo que no sabía ni tenía la posibilidad alguna de saber a ciencia cierta en el tiempo, claro está, que necesitaba saberlo. Dormían las piedras dentro de sí mientras lamía y relamía los huesos de los recuerdo, y era así, de esta forma tan impropia, como abordaba los asuntos relacionados con los problemas del gusto. Aun a pesar de esconder su fragilidad tras de las piedras, el peso de su propia biografía le conducía directamente al encuentro con la tontería o, si lo prefieren de esta otra forma, las más de las veces era el peso de su propia tontería el que le conducía directamente al encuentro con otra tontería, la siguiente a la anterior, aquella que hará el número tal y tal, y que quedara perdida en el mar de tonterías al que cada cual sobrevive como puede. Con mineral indiferencia, entre los intersticios de plomo y luna donde aún es posible leer lo ilegible, sobrevivió. En medio de un teatro construido a modo de esperanza sobre un abismo de signos inquietos, aprendió, tarde pero aprendió, que quien se atreve a cualquier cosa, pocas cuentas tiene que dar.

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