domingo, 23 de agosto de 2009

VOY A SER BUENO

Llegó un hombre y dijo: sé que lo que llega llega, y eso es todo. Bueno, eso no es todo. También dijo que se aburría mucho, y después de decir que se aburría mucho dijo que no había conocido a nadie que se aburriera tanto como el se aburría, dicho lo cual el hombre calló. Una vez en silencio pensó en los animales. Pensó concretamente en dedicar las energías que le quedaban en crear una raza superior de burros capaces de sobrevivir junto con las cucarachas a la hecatombe nuclear, y pensó también en los animales que, como él, lloran cuando son abandonados. Pero no. Por ahí no voy a seguir. Aún a pesar de que la tarde es calurosa y las noticias malas, prometo ser bueno y no entristecerles en exceso. Además, lo que pensaba el hombre mientras estaba callado es una cosa que nunca se sabrá y todo lo que se diga al respecto no son más que puras conjeturas. Probablemente ya no se acuerde ni él. Después de callarse durante un buen rato, rato en el cual no se movió de su sitio, el hombre, entre deslumbrado e irritado todo a un mismo tiempo, dijo lo siguiente: la fiesta terminó, y eso es todo. Con el y eso es todo como muletilla casi permanente, al hombre se le notaba un cierto afán por concluir algo que no sabía o podía dar por terminado. En esta ocasión tampoco pudo ser ya que a renglón seguido del y eso todo dijo que no, que no era todo, que además de lo dicho tenía que decir que una vez que la fiesta terminó el lamento del amante se hizo patente y que a partir de mañana quitaría la postal que tenía pegada sobre su escritorio. Luego volvió a callar y por la cara que puso casi podría jurar que pensó en el deseo. Claro que viendo el agujero en el costado de su camiseta a pocas personas se le ocurría decir que esa persona está pensando en el deseo. Pues sí, pensaba en el deseo, lo que pasa es que convertido como estaba en un trozo de carne inmóvil, sus deseos poco o nada tenían que ver con la carne. Deseaba poder seguir respirando alritmo que respiran los días, y deseaba también ver a la realidad incendiada por los cuatro costados de una vez por todas. Deseaba también un para-siempre y deseaba sobre todo volver a soñar con aquel lugar en el que desembocan los mares. Aquí me quedo. Prometí ser bueno y lo voy a cumplir.

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