No
puede decirse que tuviera una mala vida. Fue durante muchos años aprendiz de
vieja hasta que llegó el tiempo del palo y el fuego. Allí, vieja ya como las
piedras, paró. Intentó existir sin él, pero un viento de arena turbia cegó sus
ojos y murió aplastada por el peso de esa argamasa letal mezcla de sueños,
ausencias y recuerdos.
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