Desde
que su aspecto le convirtiera en una especie de pariente cercano de todos los
muertos, no tenía otro afán que el de esconderse de la luz inteligente, volver
a ser barro, mezcla de tierra y sudor, hierro enterrado…lo que sea, con tal de
permanecer escondido del mundo. Consciente y todo, lo cierto es que, por más
que miraba el espejo, no lograba reconocerse en ese rostro.
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