martes, 21 de mayo de 2013

SOLILOQUIOS DE BARRENDERO ENAMORADO


No se sabe si por no molestarse, por vergüenza o por un asunto de principios, el caso es que nunca terminaba de decidirse a dar el paso. Lo había pensado tantas veces que ya resultaba un lugar común en sus soliloquios de barrendero enamorado. Buena o mala, siempre había una excusa. Lo acerado del cielo en un día tonto de invierno, lo escaso del sueldo, la burla…En realidad se trataba de una fuerza terrible que operaba en su cerebro y que le forzaba a deambular escondido de su propia vida. Podría ser tan fácil, tan natural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario