sábado, 25 de mayo de 2013

GRISES PODRIDOS BAJO LOS ARENALES


Nada se veía a lo lejos. Sin embargo, cuando se acercó, la nada se descompuso en máscaras de yeso que pedían sin pedir, y le pareció ver hermosos grises podridos bajo los arenales, e imaginarios ojos de reptiles que miraban como miran los muertos recién muertos. Luego dejó de mirar la nada y recibió una a una a todas las incansables fatigas que hicieron mella en él, fatigas que, como tienen por costumbre desde tiempos inmemoriales, se dispusieron a acuchillarle a preguntas.

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