No
es que viera doble, no, es que allí dónde la mayoría veía un suceso él veía
dos, tres y hasta cuatro maneras distintas y simultáneas de interpretar lo
sucedido. Ni que decir tiene que lo que al principio parecía ser un don, una
bendición cuasi sobrenatural, con el paso de los años se convirtió en un
suplicio. Muchas de sus visiones parecían contener todas las preguntas y todas
las respuestas, y tanta lucidez, huelga decirlo, le colocaba en las antípodas
de la felicidad.
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