Como
si de la narración de un cuento se tratara, llegó a pensar que aquellas flores,
y aquellos ojos a los que iban destinados, expresaban con claridad meridiana la
propia esencia de la vida. Pero sin continuidad entre el mundo de los deseos y
el mundo de los hechos, el espejismo apenas duró unos instantes. Como una aguja
en el algodón, la realidad penetró en sus huesos desvelando lo que hasta
entonces parecía oculto.
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