Con ese aire propio de los Atilas contemporáneos, arrastra su indiferencia
por las calles del barrio reservando su mirada, y algún que otro pensamiento,
para aquellas novedades del día que venían a reafirmarle en su decisión de
abandono y alejamiento del mundo. Proveniente del desamor, llegó seco como la
mojama, y así como van las cosas, más seco se irá aún cuando el más allá venga
a buscarle.
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