viernes, 8 de noviembre de 2013

NADA QUE DECIR


Como si de un salmón se tratara, decían de él que tenía la voz nasal y algo ahumada. Pero en esta ocasión no dijo nada. Aquella mujer salía camino del crematorio y en la penumbra del coche fúnebre no había nada que decir. Bajó la ventanilla, pero tampoco oyó comentario alguno que proviniera de aquella manada de arbustos de hoja perenne cuando el sol de noviembre se derramó inmisericorde sobre ellos. Eran las doce, y no había nada que decir.

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