martes, 5 de noviembre de 2013

UN CIELO SIN NUBES


Pensaba que un cielo sin nubes, exactamente igual que un asesino acorralado, también puede matar. Ese pensamiento se diluyó al tiempo que otro ocupaba su lugar: en lo que tiene de turbación y vértigo mental, nada más lógico que la inconsciente perfección de la pasión. Con los ojos perdidos en el infinito de una enorme gotera que decoraba el techo, pensó que, entrevenado con las alegrías encontraba siempre presentimientos de maldad. Y eso no podía ser bueno.

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