Vivieron
muchos días sumergidos en la cólera y las lágrimas pero, con todo, aún recuerda
con sonrojo aquella noche en la que, como prenda infinitesimal de su amor, dejó
sus sábanas impregnadas de un inconfundible olor de animal, un aroma peculiar
que, a partir de entonces, tuvo el presentimiento de que la acompañaría
siempre.
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