jueves, 30 de julio de 2015

BORGES


Cuenta de Quinto que, una tarde tonta de esas que tanto abundan, el ciego Borges buscaba a tientas una mano amiga para cruzar la calle, y cuenta también que, sin saberlo, cogió la mano de otro ciego, de modo que juntos cruzaron finalmente la Avenida 18 de julio de Buenos Aires. Lo que pasó después no lo cuenta el tal de Quinto pero se lo cuento yo: cuando el ciego anónimo se desprendió de su mano y le dio las gracias, Borges escuchó en su cabeza algo parecido a un rumor mezcla de todas las músicas, y todo él fue conquistado por la consciencia, la Cábala y la estupefacción.

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