Cualquiera podría pensar que aquí no pasa nada. Ese mismo
cualquiera podría pensar que los días transcurren unos detrás de otros, que se
reproducen miméticos en lo esencial unos detrás de otros, y que aquí no pasa
nada. Claro que también es cierto que cualquiera –y cuando digo cualquiera es
cualquiera- se equivoca. El alfabeto de la memoria, la suma total de pelucas y
corbatas de todo el universo, corrobora el error: nadie sale indemne del gran
espectáculo de la vida.
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