sábado, 6 de febrero de 2016

EL SUBCONSCIENTE


Pensaba que fuera de su mente no había nada, absolutamente nada: una amalgama de fluidos energéticos sin forma alguna y sin conciencia de sí. Su cabeza, empero, chorreaba tinta. Bien es verdad que estas dos verdades de barquero, al filo de un crepúsculo frío y algo aburrido, no resolvían ninguno de los problemas prácticos a los que se enfrentaba, y que los mares de vino que navegaban por sus arterias tampoco aportaban mucho en esta búsqueda del necesario pragmatismo. Así las cosas, y dada la hora, quizás lo más razonable fuera refugiarse en el subconsciente y ver qué pasa. Y eso hizo.

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