viernes, 12 de febrero de 2016

NECROLOGÍA


Donatello vivió sumergido en una especie de estado de ebriedad permanente fruto del cual se empeñaba en delirios tales como dibujar sueños y palabras. De vez en cuando pintaba una especie de música que decía componer. Eso era lo mejor. A veces actuaba como si le hubieran inyectado trescientos gramos de nitroglicerina en el corazón, momentos estos en los que imaginaba tras de cada acto un mar de fondo tan inexistente como necesario.  Jugaba casi siempre y perdía siempre, aunque no jugara, y eso ocurría porque sentía una profunda desconfianza hacia sí mismo. Baste decir como nota final de esta necrológica que se pasó la vida ensayando el asesinato de un desconocido que terminó siendo él.

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