domingo, 28 de febrero de 2016

ALGO NO IBA BIEN


Llevaba mucho tiempo inmerso en un esfuerzo permanente por pulir sus innatas habilidades como víctima. Llegó un momento en que, en esta tarea de perfeccionamiento faraónica, la imaginación se convirtió en un instrumento de vital importancia en orden al cumplimiento de sus objetivos finales. A este respecto podemos decir, porque así lo dejó escrito, que imaginaba la muerte como la ausencia total de ruido, una suerte de silencio infinito –impar por tanto-, una ecuación en la que la suma total de todos los impulsos químicos disponibles, incluidos los neuronales, daba como resultado cero. Pues bien, lo cierto es que hacía ya día y medio que sumaba cero, y su aspecto seguía siendo sonrosado y, al decir de algunos, magnífico. Algo no iba bien.

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