John no tenía otra actividad que no fuera mental, de modo que John
vivía dentro de su cabeza. Al principio pensó que era una situación coyuntural,
que se le pasaría enseguida, pero al comprobar que no era así decidió construir
una casa en lo más alto de su corteza cerebral –vale decir un mundo flotante-,
una estructura que le permitiera resolver con decoro y cierta comodidad los
asuntos relativos a su vida cotidiana. Además del propio John en su cabeza
habitaban tres gusanos, dándose el caso de que no siempre la convivencia entre
los cuatro era todo lo armoniosa que sería deseable. A tal punto llegó la
incomodidad que John comenzó a dedicar buena parte de su tiempo a elaborar un
mapa en el que apareciera marcado con sencillez y rigor una ruta de regreso al
exterior. Nunca lo logró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario