jueves, 1 de enero de 2009

DISTRACCIÓN

Sus ojos me distraen de sus palabras, que era aquello a lo que en ese momento estaba aplicado, por la misma regla de tres que sus labios me distraen de sus ojos y su pecho de sus labios. Vivo pues en una distracción constante, a pesar de la cual, distraído y todo, logro quererla y, poniéndome de puntillas, consigo en ocasiones señaladas alzarme hasta la cima más alta del beso. Cuando la distracción parecía completa y no pensaba que pudieran caber más acciones dispersas en el corto espacio que nos separaba, aparecen sus manos, que me distraen de su pecho, y ese culo de toma pan y moja que me distrae de pechos y manos y que me hace preguntarme por el sentido de una vida tan deseosa de ti y tan distraída, sin que tal distracción me sirva de descanso alguno. Sólo me queda, pues, darme entero y sin remedio, y desahogarme en ella como se desahogan en su presencia los vegetales a ti debidos.

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