viernes, 16 de enero de 2009

PENSAR DEMASIADO

A veces me ocurren cosas por pensar demasiado en algo. No conviene pensar demasiado en algo. Podría decirse que pensar conviene pensar lo justo. La continencia, pues, debiera ser la norma general en esto del pensar. Especialmente cuando se está hablando no conviene pensar prácticamente nada. Un buen canon sería aquel que dijese que pensar conviene pensar poco y en silencio. Y en soledad. O mejor: solitariamente. De esta forma es posible que no pases peligros innecesarios y que puedas incluso llegar a hacerte mayor teniendo sensaciones agradables como la de estar desapareciendo. Claro que si piensas, aunque sea solo y en silencio, puedes llegar a pensar en el zarrapastroso y tristísimo albornoz que te pones al salir de la ducha. Ojo con las compañías silenciosas. Verse en el espejo mudo y deprimirse puede llegar a ser una y la misma cosa, y todo esto pensando lo justo. Pensando también puedes llegar a sentir remordimientos de lengua. Esa terrible sensación de tontuna que le ataca a uno cuando se vuelve a morder la lengua, la misma lengua siempre, y en el mismo sitio, siempre en el mismo sitio. Es un por ejemplo pero también pensando puedes llegar a pensar que cuando llegas a un sitio te gustaría saber que has llegado, sentir algo diferente a lo que sentiste en la partida o en cualquier punto del tránsito. Por eso es por lo que, más importante que tener pensamientos justos, es pensar en las cosas lo justo. Otro por ejemplo: pensar en la vieja manta escocesa toda raída con la que el abuelo salía a la puerta de su casa para, sentado en el poyete de piedra, dejarse empapar del último sol de otoño. No pensar en el abuelo, no, pensar en la manta y pensar que en realidad la manta no lo pasaba tan mal. Pero ya. Si piensas más de la cuenta en la manta o en el abuelo puedes tener problemas. Es como lo de la niña. Puedes pensar un momento en la niña que compró con su dinero un osito de peluche y lo mantuvo toda su vida al resguardo de las miradas ajenas. Si estas solo y no hablas puedes pensar un rato en la niña o, mejor, en el oso de peluche. Pero tiene que ser un flash. Un instante y ya. Normalmente es más fácil hacer cosas mientras no se piensa. Puedes, pongamos por caso, no pensar y asentir con la cabeza gacha. Es muy común.

No hay comentarios:

Publicar un comentario