miércoles, 21 de enero de 2009

MEJILLA ABAJO

Mejilla abajo, las lágrimas no se detienen nunca, y por más que intentas taponar la hemorragia de soledades agolpando prisas, premuras y hasta urgencias en el foco mismo de la mirada, nada impide a los silenciosos alfabetos, sin algas y sin sortijas, supurar por el lagrimal el salado líquido de su bilis transparente. Cada vez más cansina, baja la lágrima recogiendo limos, querencias y soledades que se van acurrucando, como palomas enfermas, en los sombríos recodos de unas almas que, derrotadas y egoístas, sólo quieren dormir. En las níveas noches de frío glacial, la almohada se queja, y con razón, de las viejas sensateces que todo lo estropean. Pienso que, aún fuera de ti, hay horas en las que hasta los rencores duermen, pero mis ojos, como platos, siguen a lo suyo. A lo mejor, si pudiera dormir…

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