miércoles, 7 de enero de 2009

PRESENCIA DE ABANDONO

Tu ausencia camina a mi vera, y eso me basta. Sé que estás ahí, y eso me basta. Mejor dicho: al otro lado de este vacío sé que existes, y eso me debiera bastar. Mis ojos de agua se abren para reflejar el recuerdo de tu luz en cada cristal de escarcha, y cuando los cierro son tus labios los que se abren a los míos hasta que, ciegos y engañados, besan el aire llenándo el éter de babas. Espectros de caricias se interponen entre tu ausencia y mi escasez, entre el recuerdo de tu ausencia y la laguna de omisión en la que nadas todas las noches. La prueba de lo que digo está en que no son otras tus quiméricas sonrisas las que, en su palpitar, me envuelven en su retozo de vida, devolviéndome a ti y volviéndome a hacer reír a pesar de los pesares, como pesada es el pesar de la nostálgica eclipse que me abandona en brazos de tu privación. Presencia de abandono. Carencia de ti.

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