sábado, 24 de enero de 2009

TIEMPO MODIFICADO

Invariablemente, todo suele comenzar con la colación de algún sufijo en la mente de un adjetivo que, antes o después, y más temprano que tarde, es modificado en primera opción por aquello que se introdujo en su ser, procede a transfigurarse a sí mismo como segunda alternativa, o, tercera de las posibilidades, trastoca a algún verbo que ande por las inmediaciones sin otra cosa mejor que hacer que ser transformado por esa especie de alien que se le adosa a la chepa al que llamamos adverbio. Es ahí, en ese laberinto escorzado en el que se representa el conciábulo de la multiplicidad temporal, donde florecen los todavías, los jamases, y los socorridos yas, como acotando y queriendo dar a entender el tiempo en el que acontecen las cosas. Nunca es tarde para estos portadores de la sal y el limón, o dicho de otra forma, tengo para mí que siempre encontrarán la forma de hacer suya la ansiedad del vegetal y la dificultad intrínseca de ser algo o alguien en un tiempo que nos es dado. Ayer u hoy, ahora o mañana…no importa. Los signos donde anida el tiempo siempre darán contigo y hallarán la forma de sorprendente. Supongo que para consuelo de quien esto suscribe, me digo que aún no es tarde para mirarme en los restos del espejo roto e inquirirme sin dobleces por las diáfanas razones de tanta rabia acumulada. Anoche mientras dormía, vi llegar procedentes del mar de Mármara las maquinaciones donde se extingue cualquier resto de lívido. Parecían no tener adverbio que echarse a la boca y pudiera modificar su arrogante actitud, ni madre que les llamara al orden. Tengo la sensación de que pronto, por no decir enseguida, veremos los resultados.

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