Se desplazaba de la Ceca a la Meca sin que pareciera llegar a puerto
alguno, y pocos eran los que advertían cuánta angustia y cuánta verdad se
escondían tras aquellas palabras suyas cargadas de silencios. Seré lo que aún
no llega, decía,…seré el vestigio de tu última primavera,…seré sin ruidos un
sentimiento tuyo envuelto en ternura,…y así continuaba su letanía de decires a
veces cansinos, siempre incomprensibles. Acaso fue la tarde la que dejó de ser,
o fueron sus palabras las que se agotaron, lo cierto es que un mal día dejó de
decir, y nosotros de escuchar.
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