viernes, 21 de febrero de 2014

COPÉRNICO DÍAZ


Su primer marido, Copérnico Díaz, fue psicólogo de árboles. Vivía en las afueras de la ciudad y llevaba una vida dizque de ermitaño. Le escribió una carta hermosa, que aún conserva, pero en Guanajuato las cosas no eran fáciles y “la giganta” –que era así como llamaba a su mujer- no aguantó tanta psicología, tanta mata y tanto hambre como le procuraba el tal Copérnico, de modo que una tarde se fue. Ayer, veinticinco años después, volvió a verle.

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