A
pesar de no cimentar su orgullo en estrictos prejuicios morales, la sangre se
acumulaba en su cara cuando recordaba los mensajes que, como sorpresivas gotas
de lluvia, llegaban hasta su celular en medio del desayuno familiar. Su
inteligencia la permitía poner sus sentimientos bajo control pero, con todo y
eso, las ganas que tenía de él mezclada con aparente inocencia de esas palabras
(canciones, jardín, hijos, tortilla) llegaban a excitarla hasta límites
inimaginables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario