miércoles, 5 de febrero de 2014

DETRÁS DE CADA DEVANEO


La poquedad de sus palabras quedaba compensada con la desbordante exuberancia de la que hacía gala en sus besos virtuales. Rara vez decía te amo, pero había que verlo metido en la harina de las lenguas y las carnes electrónicas, en ese frenesí de húmedos guasaps con los que inundaba cualquier aparato susceptible de ser atiborrado con sentimientos en forma de ceros y unos. Su amántica forma de huir de la desidia eterna, unido a una tirria congénita hacia el señor Morpheo, la permitía resucitar indemne detrás de cada devaneo.

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