domingo, 2 de febrero de 2014

NADA DEL OTRO MUNDO


Mantenía su corazón enterrado en medio de un secarral.  Nada del otro mundo. Ocurrió que, como tantos otros, no fue capaz de sobrevivir al amor, y yacía allí, enterrado y bien muerto. Echaron sobre él paladas y paladas de tierra para ponerlo a resguardo de unas viejas cicatrices que tenían la fea costumbre de surgir de entre la niebla amargándole la muerte a los corazones incautos. Nadie tiene prueba alguna, pero son muchos los que creen que un buen día resucitó de entre los muertos. Al parecer, la promesa de un día hermoso hizo de bálsamo que le animó a dejar el agujero y continuar viaje desnudo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario