jueves, 6 de febrero de 2014

ENVUELTO EN LLAMAS


Esposa, dinero, amigos, familia, saber,...lo tenía todo. La mesa de la vida se le presentó como si de un cardumen de manjares se tratara: tenía de todo, y de todo disfrutaba. Pero algo pasó. El principio del desastre se presentó como una nimiedad. Casi como una broma. El caso es que se produjo una ruptura apenas perceptible en ese sistema de felicidad asegurada que parecía difícilmente mejorable. El primer síntoma fueron tres espinillas seguidas de un rubor. En la tarde siguiente lloró. Una noche, remolinos centrífugos de fuego y canciones le hicieron dormir como un bebe. Ayer, se sintió envuelto en llamas.

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