martes, 4 de febrero de 2014

EL DÍA EN QUE LA REALIDAD PERDIÓ SU RAZÓN DE SER


El día en que la realidad perdió su razón de ser, Nellys se encontraba de viaje por una de las tangentes más externas al mundo. Y lo sintió como la que más. Como ella, fueron muchos lo que se encontraron ante un vértigo innombrable e inexplicado, algo más propio del misterio que de ninguna otra cosa conocida: millones y millones de viejas leyes fueron violentamente destruidas, y se podían ver por doquier mareas de razones disfrazadas de sombras que escapaban en todas direcciones de aquella hecatombe racional dejando tras de sí un sin fin de huellas, premonitorias muchas, herméticas las más, e inútiles todas. Con todo y eso, el día en que la ficción se hizo con las riendas de la situación las cosas continuaron sin ser fáciles: cada cuál se vio en la obligación de encontrar la manera de comerse su corazón y el del vecino, sin manchar la cucharilla ni causar excesivos daños colaterales. Nellys nunca se adaptó.

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