domingo, 6 de marzo de 2016

PASIONES HUMANAS


No consta que yo sepa en ningún gran tratado a propósito de las pasiones humanas, pero los ardores que manifestaba cada vez que pasaba por el escaparate de Intimissimi son dignos de estar recogidos en cualesquiera de ellas. Esa colección de enaguas, ligas, ligeros, corsés y guêperiès le procuraban un vértigo tan profundo, tan diabólico por así decirlo, que llegó a la conclusión de haber descubierto algo horrible. Se trataba de sensaciones parecidas, pensaba para sí, a las que sintió aquella noche de verano en la que descubrió que la desvencijada puerta del granero de su tío Enrique hablaba. Sí, como lo oyen: la puerta hablaba o, para mejor decir, graznaba. En el caso de la tienda lo que hablaba provenía de sus entrañas y estructura lingüística era muy básica.

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