domingo, 20 de marzo de 2016

AQUELLA TARDE INSOPORTABLEMENTE VIOLETA


Miraba al cielo en aquella tarde insoportablemente violeta con la parsimonia propia del que no espera llegar a parte alguna. Sin prisas pues, llevaba sus ojos a la fuente misma de la luz e imaginaba las galaxias girar víctimas de su propio vértigo, las veía chocar unas con otras, apagarse y volver a resurgir de nuevo o extinguirse para siempre en medio de la indiferencia y el desconocimiento más absoluto. Mientras esto sucedía allá en lo alto, tuvo la ocasión de comprobar una vez más cómo las leyes que regían su universo interior eran muy otras: una gota de lluvia recién caída en su mejilla, una lágrima quizás, había adquirido en apenas unos instantes dimensiones galácticas.

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