Con la inteligencia alerta y el ojo avizor, quiso realizar un
repaso rápido a los hechos y acontecimientos que sin importancia aparente se
habían ido sucediendo a lo largo del día. El balance no fue bueno, al punto que
le vino a la cabeza la siguiente dicotomía: o bien el punto de vista, la
perspectiva a mejor decir, desde el que realizaba la revisión resultaba
profundamente inadecuada y habría que cambiarla, o bien la trivialidad de los
eventos acaecidos en su vida durante las últimas horas resultaba tan abrumadora,
eran de tal calibre, que todo o casi todo habría que darlo por perdido. Se sintió vencido de modo que, con profundas
ojeras y con una afectación innecesaria, se dejó caer en el sofá dispuesto a
dejarse llevar por ese mar de pamplinas y tontunas en las que al parecer
navegaba su existencia.
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